11 de noviembre de 2010

Diecinueve.

Llegué a casa y me puse a buscar la agenda del año anterior, tratando de rescatar el teléfono de la Ginecóloga. Era la misma que me venía atendiendo hace poco más de un año, la que me daba la receta para las pastillas anticonceptivas. De paso me quedaban pocas pastillas, podría pedirle un par de cajas más antes de decidirme a dejarlas directamente –pensé. La había elegido porque me quedaba cerca el consultorio, pero la verdad es que ésta médica no me convencía demasiado. Era un poco antipática y siempre tenía mucha demora, cosa que odio de los médicos. Si te dan un turno ¿Porqué no pueden respetarlo? Nada más odioso que perder una hora o más en una sala de espera horrible. Pero no era momento de ponerse a buscar Ginecóloga nueva, era solo para preguntarle algunas cosas y ver cómo seguir. Encontré el número y llamé. Me dieron el turno para la semana siguiente.

Ese día me levanté temprano, casi contenta. Mientras caminaba las pocas cuadras que me separaban del consultorio alternaba entre una sonrisa soñadora imaginándome un futuro con panza y los miedos que seguían cruzándose por mi cabeza. ¿Era un buen momento? ¿No sería mejor esperar que mejorara lo económico, que pudiéramos mudarnos a un departamento más grande, que tengamos más trabajo? ¿Y que voy a hacer con mis pacientes? ¿Tendría que seguir tomando pacientes nuevos o no? Todavía no me daba cuenta de lo mucho que me estaba adelantando. Pero nunca me fue fácil esperar.

Y hablando de esperar, eso hice. Pacientemente al principio, y después cada vez menos hasta que empecé a dudar si seguía esperando o me iba y buscaba otra Ginecóloga. Así pasó una hora y casi veinte minutos en una sala de espera chiquita y oscura, llena de mujeres de todas las edades que entraban y salían. Estuve a punto de levantarme un par de veces para irme dando un portazo, pero me aguanté. Ya debe faltar poco –pensaba- las que estaban cuando yo entré ya se fueron…

Hasta que escuché a la médica intentando pronunciar mi apellido en voz alta…

6 comentarios:

  1. Armate de paciencia, no sabes lo que son los obstetras, siempre lleno el consultorio y en cualquier momento raja a un parto, pero una vez adentro esta bueno que te dediquen el tiempo que mereces y no te atiendan a las apuradas! Besos

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  2. Laura: Voy a tener que tomar Rivotril solo para no matarrrlosssssssss a todos!

    Jajaja

    Besos

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  3. paaa qe cosa seria qe son !! mi ginecóloga es igual , hace tres años que me hace esperar al menos 45 minutos en cada una de las benditas consultas .. pero ya estoy acostumbrada , aprovecho para leer (apuntes o ficción, dependiendo del momento del año) y además no quiero cambiarla :) en fin , es lo que hay !

    al final entraste al consultorio o te mandaste a mudar ??

    (al final viste ?? me puse al día de un tirón ... no cuentes nada , pero es el único blog al que entré y ya me desconecto)


    espero volver a pasar pronto ...

    besooo grande mujer !

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  4. la espera desespera1 es asi, los gine son el peor rubro de lso medicos y los obstetras PEORES!! en fin felicidades!!!

    tucuMALA

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  5. Y sí, hay que ir con tiempo, cancelar todo lo que tengas después porque nunca sabés cuánto estarás. O elegir, si se puede el primer turno.

    Pero reconozco. Pura paciencia.

    besos

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  6. Mai: Es un honor! Y te prometo que no le cuento a nadie. Shhh... La verdad es que esas esperas me ponen de un humor de mierda. Sobre todo porque no es tan difícil organizar la agenda y sé bien porqué lo hacen! Es solo para facturar mas. Me da broncaaaa

    Colega con problemas: Es cierto, son de los peorcitos. Y gracias por las felicitaciones pero por ahora solo feliciteme por haberme animado a tomar la decisión, porque mi cuerpo todavía no se puso a la altura de mis deseos.

    Lady: ¿Podés creer que había pedido el primer turno? Pero llegué a las diez y ya había como 4 personas. Maldita secretaria mentirosa!

    Besos!!

    M

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Sacate las ganas y decilo...