30 de julio de 2011

Ciento veinte

Mediados de Junio de 2011.

Urgentemente tenía que conseguir un nuevo Obstetra. Pero no daba ir a cualquiera o abrir la cartilla y buscar el que me quedara más cerca. Eso ya lo había probado con mi Ginecóloga y no había resultado muy bien. Me acordé que mi amiga La Sortijera me había dado el mail de su tía que es Obstetra y bastante buena. Lástima que ella no atiende prepagas y a mí no me da el presupuesto para pagar en forma particular. Pero al menos podía preguntarle si tenía algún colega para recomendarme.

Le escribí un mail. Le conté que era amiga de su sobrina, que estaba embarazada y que mi Obstetra no me convencía, que si ella podía recomendarme alguno que atienda por mi prepaga. Adjunté el link a la cartilla de mi prepaga, agradecí de antemano, saludé y presioné enviar. Y me olvidé. Supuse que iba a tardar al menos unos días en responder.

Pero apenas unas horas más tarde me llegó su respuesta, muy cordial. Me dijo que mi amiga le había hablado de mí, que contara con ella si necesitaba algo y que me recomendaba a varios Obstetras. Hizo una listita con cuatro nombres, y me aclaró que a la que más me recomendaba era a la Dra. K., que era muy contenedora. Me sorprendí mucho al leer el nombre. La Dra. K.  había sido mi Ginecóloga durante unos cuantos años, antes que me cambiara de prepaga y me pasara con la Dra. B. Tenía un buen recuerdo de ella. Al menos era simpática y amable, y no te hacía perder mil horas en la sala de espera. ¡No sabía que también fuera Obstetra ni que atendiera por mi actual prepaga! Al fin una buena noticia. La busqué en la cartilla, pero solo me salía un consultorio que era muuuuy lejos de mi casa. Pero también estaba su mail. Le mandé un mail contandole mi situación y preguntándole si además del que figuraba en cartilla atendía en otro consultorio.

Pocas horas más tarde recibí su respuesta: Muy amable, se acordaba de mí, que me atendía en la Clínica T. y que no tenía ningún problema en verme como Obstetra. Que atendía también en otro consultorio un poco más cerca, pero que también podía verme en la Clínica (que queda a pocas cuadras de mi casa) si me cambiaba de plan. ¡Buenas noticias! Estaba bueno poder atenderme con alguien que ya conocía, y que me conocía ¡Y se acordaba de mí después de varios años! Y se me ocurrió que con una Obstetra mujer las cosas iban a ser diferente, al menos iba a tener más empatía. Un Obstetra hombre nunca pasó, ni va a pasar por la situación de un parto, no puede verla de otro modo que no sea un acto médico, en cambio una mujer puede pensarlo de otra manera. Ya venía pensando en cambiarme de plan, porque el Dr. S. (y todo el mundo a quien le consulté) me dijo que con mi plan (el más bajo) iba a tener problemas para encontrar lugar donde parir. Que solo cubría tres Clínicas en capital y que justo ésas casi nunca tenían lugar…

28 de julio de 2011

Ciento diecinueve.


15 de junio de 2011.

Si bien había respondido a todas mis preguntas, algo en su tono y su forma de responder no me dejaba del todo tranquila. Tal vez fuera el hecho de sentía que lo tomaba fría y clínicamente como un hecho médico, y daba la sensación que dejaba muy poco lugar a mi decisión en el asunto. Yo entiendo que un parto es un hecho que debe ser asistido por un profesional de la medicina, pero no es específicamente un acto médico. Es un suceso de mi vida, y de la vida de mi hijo (y obviamente del padre) y me gustaría que pudiera ser tratado lo más humanamente posible. No monitoreado hasta el último instante y medicalizado de pies a cabeza. Por supuesto asumiendo que todo venga bien, no soy tan necia como para negar la asistencia médica si algo viene mal… Pero éste médico parecía tener todo decidido y claro de antemano, sin preguntarme a mí de qué manera yo quiero parir. Tal vez pido demasiado… Pero algo me daba como mala espina.

Casi tenía la sensación de que una vez que todo estuviera listo, el Dr. se iba a ir de vacaciones, o a un “congreso” justo en la semana que yo empezara con el trabajo de parto. No se de dónde me venía ésta idea. Tal vez fuera porque me lo recomendó mi Ginecóloga, La Dra. B., esa que no me generaba demasiada confianza. O tal vez fuera porque después de mi primera visita estuvo un mes (un mes!) en Europa por un congreso, tal como me había aclarado su secretaria. O tal vez eran solamente ideas mías.

Pero esa tarde en cuánto llegué casa no se me ocurrió mejor idea que googlearlo. Sí, busqué al Dr. S. en el Dr. Google.

Y no saben con qué sorpresita me encontré.

Resulta que en internet hay montones y montones de foros, donde se discuten montones y montones de cosas (la mayoría de ellas, pelotudeces totales). Entre ellos hay varios, demasiados, foros sobre embarazo y maternidad. Donde las mujeres se pasan datos y se hacen consultas sobre los temas más comunes y los más bizarros.

Entre ellos me topé con el tema “Recomendación de Obstetras” y con algunos comentarios sobre el Dr. S.

Lo primero que lei y me preocupó un poco fue que cobraba el parto. ¿Cómo que cobraba el parto? ¿Y para qué pago la prepaga? Pero eso fue lo de menos. Unos renglones más abajo me encontré con esto:

Hace 10 días que salí de una internación donde perdí a mi bebé de 5 meses. El médico era recomendado, me dijeron estas en las mejores manos!!! Sorpresa me llevé cuando después de llamarlo al Dr. S. a su celular avisandole que estaba internada con ruptura prematura de membranas me contestó que "no" podía ir porque no estaría en la ciudad. No solo no mando ningun colega para que me contuviera sino que durante las 2 semanas que estuve internada ni llamo ni se acerco a ver como estaba.
No se que tan "excelente" medico será, tengo mis dudas. Yo siendo colega de este doctor, NO SE LO RECOMIENDO a nadie. Mi peor experiencia.*


Por supuesto que no era el único comentario acerca de éste Dr. Había otros muy buenos que lo recomendaban mucho, y algunos otros malos. Más vale que uno no se deja llevar por un solo comentario… pero éste me ponía los pelos de punta y confirmaba mis peores sospechas: que con éste médico no se podía contar. Y además… ¡A mí nunca me dio su celular! Es cierto que solo lo vi tres veces, que apenas estoy de 16 semanas… y que yo no se lo pedí… pero ¿Se lo tengo que pedir? ¿No sería más lógico que él me lo ofrezca?

Mmmm… nonono, creo que va siendo hora de buscar otro Obstetra…

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*Fuente: http://www.planetamama.com.ar/foro/

26 de julio de 2011

Ciento dieciocho.


15 de Junio de 2011.

Pasaron unos pocos días y por suerte teníamos un nuevo turno con el Obstetra. Nos armamos de paciencia, buscamos el sobre con los resultados de la Translucencia y salimos para el consultorio. Como ya era costumbre nos sentamos y esperamos, esperamos y esperamos. Era la tercera visita al Dr. S. y yo venía cada vez con más dudas. Acerca de los resultados del estudio y acerca de mi elección del médico. Ya estaba terminado el primer trimestre y por suerte las náuseas iban desapareciendo, ya me empezaba a sentir mejor. Pero empezaba a ver el parto cada vez como algo menos lejano. Había leído algún libro sobre parto respetado, y aunque sabía que en una clínica es bastante improbable tener un parto natural y respetado, yo quería que fuera lo más natural posible. Iba a tener que hacerle unas cuántas preguntas a éste doctor. Al fin y al cabo la que decide cómo y con quién quiere parir soy yo. Nos hizo pasar. Le dimos el estudio y lo miró…

-Está todo normal… acá dice que tenés una probabilidad de 1 en 9000, es mucho menor a lo esperado para tu edad….

-Si… pero ¿Qué es eso de “Foco hipercogénico cardíaco” que dice acá en negritas?

Le pregunté, señalando el estudio. Laputamadre, ¿Hace falta que te pregunte todo yo? ¿Si no te lo pregunto lo pasas por alto?

-Ah… eso. En realidad es algo que podría ser normal… hay que volver a chequearlo después de la semana 20…
Te voy a dar el teléfono de la Dra. D. una cardióloga, para que haga un estudio… la orden te la doy en la próxima visita. Pero lo más probable es que no sea nada importante. Seguramente desaparece…

-Ojalá… pero si no estaría bueno estar preparados ¿No? O al menos saber qué es…

-Si, claro…

Dijo mientras me hacía pasar al cuartito donde me pesó, me tomó la presión y me auscultó la panza. Después puso un aparatito para escuchar los latidos del corazoncito del bebé…

Mientras resonaban en la habitación y G. se acercaba emocionado, dijo:

-Yo no soy cardiólogo pero parece que está todo bien…

Volvimos al escritorio, y mientras anotaba cosas en su libretita, G. y yo hicimos silencio.

-Bueno por este mes les doy un descanso. Hasta la semana 20 no hay más estudios que hacer. ¿Quieren preguntar algo?

-Si… varias cosas en realidad.

Dije pensando por dónde empezar. No había caso, éste médico no me inspiraba confianza, a pesar de que se lo veía tan seguro y experimentado. Pero las canas y una sala de espera llena no me alcanzan…

-En éste último tiempo me está pasando que me falta el aire… es algo así como momentáneo, me agarra de golpe que me cuesta respirar…

-Eso es algo normal. Tenés que entender que tenés algo ahí, que empuja tus intestinos para arriba, y por ende todo se está reacomodando, puede ser que por momentos te presione el diafragma…

-Ok… Bueno, además quería preguntarle cuál es su posición respecto del parto.

Silencio.

-¿Qué querés decir?

Preguntó, no de muy buena gana.

-Bueno, a ver…  Por ejemplo hasta qué momento se espera antes de inducir el parto, qué opina de las cesáreas, de la episiotomía, de la anestesia…

-Esperar, se espera un parto normalmente en la semana 40, se puede esperar hasta la 41 si no hay sufrimiento fetal. Esperar más puede ser riesgoso…

-¿Y en qué casos se hace una cesárea?

-Hay cesáreas programadas en los casos en que sabemos que algo viene complicado. Sino se espera al parto natural, salvo que algo se complique de último momento y en ese caso se va a cesárea… Respecto a la episiotomía… Eso lo voy a decidir yo en el momento.

-¿En base a…?

-A la posibilidad de desgarro de los tejidos. Si todo va bien puede que no sea necesaria, pero siempre es más fácil de cicatrizar un tejido con puntos que uno desgarrado.

-Ahá… ¿Y la epidural?

Pregunté, ya con miedito. Aunque tenía miles de otras preguntas se lo notaba cada vez más impaciente e incómodo con mis preguntas. Seguro que no está muy acostumbrado a que lo interroguen ni lo cuestionen los pacientes. Pero para mí estaba bien clarito que la que tiene que tomar una decisión soy yo. No él.

-La Epidural… Mirá, al final todas la piden. Y el problema es que a veces es demasiado tarde. Hay un momento para aplicarla y es importante que en ese momento el anestesista ya esté en la sala. No hay anestesistas de guardia…

24 de julio de 2011

Ciento diecisiete.


Junio de 2011.

Unos días después, G. fue al laboratorio a buscar los resultados de la Translucencia. Estábamos los dos muy ansiosos por saber que estaba todo bien, y la verdad es que yo, para ser sincera, no tenía nada de ganas de tener que pasar por la experiencia de la punción, así que esperaba que me dijeran que no era necesario.

Un rato más tarde recibo un mensaje de texto de G.


Dice: Bajo riesgo para anomalías cromosómicas.


Me quedé tranquila. La verdad es que no esperaba otra cosa. No se porqué, pero no me imaginaba un resultado diferente. Tal vez porque ninguno de los dos tenemos antecedentes en la familia, tal vez porque solo presentía que estaba todo bien. Pero como los médicos dicen, este estudio es solamente estadístico… no se puede saber todo. Igualmente prefería tener el estudio en mis manos y leerlo yo misma, detenidamente. Sabía que G. no era muy atento con algunos detalles.

Esa misma noche cuando llegó G. de trabajar, me dio el sobre con los resultados. Eran dos hojas con números y datos, y una tercera con fotos de la ecografía. Empecé a leer… y todo parecía más o menos normal. Hasta que encontré una línea en negritas.

Decía:
Marcadores cromosómicos menores: Foco hipercogénico cardíaco: si.

No quería preocuparme demasiado… pero era inevitable. ¿Había algún problema con el corazoncito de mi bebé? Nonono… no puede ser. Traté de recuperar la calma y hablé con G.

-¿Vos viste ésto?

-¿Qué?

-Esto que está marcado en negritas… “Foco hipercogénico cardíaco”… no quiero alarmarte, tal vez no sea nada… pero ¿Porqué no lo buscás en Google así nos enteramos qué es?


Respiré hondo y traté de tranquilizarme mientras G. lo Googleaba. Iba a estar todo bien. Tenía que estar todo bien. Siempre me pasa lo mismo, veo algún detallito en un estudio y me hago la cabeza y después el médico me dice que es absolutamente irrelevante. Si, a veces soy ligeramente hipocondríaca. G. buscó, buscó y buscó. Y leyó todo lo que encontró. Yo creo que ni quise enterarme.

-¿Y? ¿Qué dice? -pregunté un rato más tarde.

-Dice... que es algo bastante normal para éste período de gestación, y que suele desaparecer después de la semana 20…

-Ok… habrá que ver y preguntárselo al Obstetra entonces… así nos quedamos tranquilos…

-Si, tranquilos…

Dijo, G. Pero su cara mostraba todo menos tranquilidad.

19 de julio de 2011

Ciento dieciséis.

30 de Mayo de 2011.

Salimos del consultorio con el DVD en la mano, después de pasar por el baño y hacerle una visita a la extraccionista, nos fuimos a tomar un merecido desayuno. Ya eran más de las 10 de la mañana y la verdad que estar en ayunas (y con náuseas) no me gusta nada de nada. Y además después de todo lo que acabábamos de ver y escuchar, necesitábamos un rato para procesar información. G. tenía cara rara.

-Un varón…

Decía, entre feliz y desilusionado. Yo todavía estaba tan sorprendida que no podía reaccionar. Todavía no lograba entender que era una personita lo que tenía ahí adentro, menos que menos pensar en un nene o una nena.

-Pero ¿No era lo que querías?

-Sí, el primer varón de la familia en 35 años, había que cortar la racha –decía orgulloso – Pero cuándo escuché un varón… como que me dio cosita, una nena no hubiera estado mal…

-Jajajaa… bueno, ya está decidido, parece. Igual habrá que esperar a la próxima eco para confirmarlo.

-Si, vamos a tener que hablar de nombres… El de nena ya estaba decidido pero el de varón…

-Ahí estamos más complicados. ¿Habrá chance que nos pongamos de acuerdo?

Nos pusimos a hacer memoria de los nombres que veníamos pensando. Pero estaba difícil. A mí siempre me gustaron los nombres simples y comunes. Ya bastante iba a tener la pobre criatura con vivir deletreando su apellido, como el padre. ¡Y encima ahora parece que es obligatorio ponerle los dos apellidos! El mío toda la vida me lo escribieron mal, o inevitablemente escucho un -¿Queeeeé??? ¿Cómo se escribe?? ¿De dónde es?- Cada vez que me presento. -Se escribe como suena y es Polaco, la reputísimamadre…- pienso (pero no digo). Pobrecito, primer apellido italiano, segundo polaco… pobre criatura. ¿Hace falta que encima tenga que deletrear también el nombre? Eso es lo que siempre discuto con G. Elijamos un nombre en nuestro idioma, que no tenga que deletrearlo cada vez, que los compañeritos no lo caguen a trompadas en la escuela. Pero no hay caso. A él lo fascinan los nombres extranjeros y complicados. Sus primeras dos opciones son Filippo y Oliver. Aunque últimamente insiste más con Oliver. Y las segundas opciones son Ian y Noah. A mí me gustan Ezequiel, Juan, Sebastián y Lucas. Pero él los odia. Y el de nena lo elegí yo… o mi inconciente. Esta vez me iba a tocar negociar…

-Ya sabés que Filippo no me gusta nada… Y además le pusimos Felipe al gato…

-Si, guacha…

-Oliver… no me desagrada… pero no me gusta que sea en otro idioma!

-¡No es en otro idioma!

-Si, Oliver es en ingles. Y Olivier en francés… ¿No podemos negociar en Oliverio?

-¿Oliverio?

-Si, suena medio feo, pero al menos me hace acordar a Oliverio Girondo. ¿Te acordas los poemas que leíamos cuando nos conocimos?

-Claro, espantapájaros… Bueno, Oliverio puede ser…




16 de julio de 2011

Ciento quince.


30 de Mayo de 2011.

G. estaba parado a los pies de la camilla, mirando fijamente el monitor. Mi mirada iba del monitor a la cara de él, de la cara de él al monitor. Era increíble lo nítido que se veía. Movía los piecitos, las manos con cada uno de sus deditos, y la cara que se veía muy definida, de perfil. La médica tomaba medidas, mientras me apretaba la panza de un lado y del otro con el aparato ese, en silencio.

-Mide 7 centímetros.

Dijo de golpe la Ecografista.

-Ahí están los piecitos, el cordón… la columna vertebral… las manitos…. Y la cabeza. Ahora voy a medir el pliegue nucal…

Dijo, y se concentró un buen rato en tomar medidas.

-Ese es el latido del corazón –dijo, mientras encendía el parlante y se escuchaba rebotando contra la habitación…

Y aparecieron colores en la pantalla… Al principio azul, mucho azul…

-¿Estás viendo la circulación? –le pregunté.

-Si.

Contestó concentrada, mientras seguía mirando y mirando… como buscando algo un buen rato. G. tenía cara de preocupado. La médica tomaba medidas y seguía buscando algo en la imagen. Un rato más tarde apareció una imagen roja. Entonces dejó de mirar el corazón y siguió estudiando el resto del cuerpo.

-¿Ya se puede saber el sexo? –pregunté- Porque las abuelas está muy ansiosas…

-A ver… Y… parece un varoncito…

Contestó la médica. Mientras yo no podía dejar de mirar la cara de G. Me lo imaginaba hinchado de orgullo. El primer Varón de la familia… Para mí era una sorpresa, siempre me había imaginado nenas…

-Bueno, ahora si querés podés ir al baño y hacer un poco de pis. Retené una parte y seguimos.

Menos mal –pensé –porque después de tanta espera ya estaba explotando! Fui al baño y volví un ratito después, bastante aliviada. Volví a acostarme y seguimos un rato más. Terminó de medir los huesitos, el pliegue de la nuca y tomar algunas medidas más. G. y yo no podíamos dejar de mirar al monitor.

-¿Está todo bien? –Pregunté.

-Si, todo bien… ¿Vieron eso?

Dijo, mientras en la pantalla nos mostraba un primer plano de la carita del bebé, que abría y cerraba la boquita, como tragando.

-¿Está tomando líquido?

-Si, toma líquido amniótico… Bueno, ya está. Esperame afuera un segundo que les doy el DVD y los acompañan a hacer el análisis de sangre…

14 de julio de 2011

Ciento catorce.

30 de Mayo de 2011.

Ese día me levanté tempranito… y no desayuné. Había que ir a hacer el estudio y me habían pedido 4 horas de ayuno y tomar medio litro de agua media hora antes… y yo soy muy obediente. Así que me lavé la cara, los dientes, me vestí, busqué la ecografía anterior, por las dudas puse un DVD virgen en la cartera (me habían dicho que no era necesario, pero nunca se sabe) agarré una botellita de medio litro de agua de la heladera, y salimos. Mientras íbamos en el taxi para el laboratorio yo luchaba con las náuseas matutinas e intentaba tragarme toda esa agua (sin vomitar ni mearme en el camino).

Finalmente llegamos y nos anunciamos.

-Si, tenés que pasar por acá para la Ecografía.

Dijo la recepcionista mientras me señalaba una sala de espera bastante llenita de gente.

-¿No se puede hacer el análisis de sangre primero?

-No, primero la ecografía.

Respondió, inflexible. Y bueno… para qué discutir ¿No? Pero lo más lógico sería hacer el análisis de sangre primero, así puedo ir a desayunar y se me van las putas náuseas… Aunque ahora que lo pienso entonces no podría hacer pis y… ¡Qué complicado!

Pasamos a la sala de espera y nos sentamos. Y esperamos, esperamos y esperamos. Mientras G. se ponía cada vez más impaciente y yo no sabía que me molestaba más, si las náuseas, las ganas de hacer pis, o el horrendo perfume de la señora que se sentó justo al lado mío.

Finalmente (después de casi 45 minutos de espera) salió una chica y nos llamó.

Pasamos a un mini consultorio y nos recibió una Dra. que me hizo algunas preguntas, me pesó y me hizo acostar en una camilla, de espaldas al monitor. (¿Porqué siempre de espaldas al monitor?)

Me llenó la panza de ese gel espantosamente frío... y apareció un mañosit@ en el monitor.

12 de julio de 2011

Ciento trece.

26 de Mayo de 2011.

Estaba en el hospital, atendiendo un pacientito, cuando recibo un mensaje de texto. En cuanto puedo lo leo. Era de G.

Voy a subir a Facebook la foto del Test.
¿Estás de acuerdo?

Me quedé muda. No sabía qué contestar. Estabamos por llegar a los tres meses, ya le habíamos contado a la familia más cercana y a los amigos… pero ¿publicarlo en Facebook?… era raro. No lo había pensado del todo… en algún momento lo íbamos a tener que compartir con el resto del mundo. Yo no tengo mucha más familia… hay dos tíos y algunos primos, pero nunca nos vemos ni me interesan. En cambio él tiene montones de tíos y primos por todos lados… y todos están en Facebook! Era inevitable que la noticia iba a despertar una catarata de comentarios… y yo todavía no había dicho nada en ninguno de mis ámbitos de trabajo. Aunque en algún momento lo iba a tener que decir… para qué prolongarlo ¿No? Estaba tentada de decirle que no. Que esperara a la ecografía, que veamos que esté todo bien y después… faltaban solo 4 o 5 días… pero era su familia…

Finalmente le contesté.

Es tu familia.
Hacé lo que quieras.

Terminé mi mañana en el hospital y me fui para casa. Prendí la compu. Temblando, abrí Facebook… y me encontré con esto:


A los que ya lo sabían gracias por guardar el secreto. A quienes se enteran hoy les cuento que estamos muy, muy contentos.
Semana 12 y contando.
 
 
 
 
 
 

Y obviamente montones de comentarios y felicitaciones de todo el mundo. Amigos, familia. Nuevas solicitudes de amistad. Primas y tías de G. de golpe querían ser amigas mías y felicitarme. Comentarios de mi suegra en mi muro. Felicitaciones y más felicitaciones. No es que me molestara, pero ¿estaba preparada para taaaanto? Me quedé helada unos instantes. Borré los comentarios en mi muro (porque todavía no quería que se enteraran todos mis contactos, no al menos por boca de él) Y agradecí las felicitaciones en el muro de él. Leí mil veces la pregunta “¿Ya se sabe qué es?” y me morí de risa. Qué obsesión tiene la gente por saber qué es. ¿Qué es? Es un feto humano, qué va a ser ¿Un extraterrestre? Reprimí mis comentarios mordaces y respondí con toda la cordialidad de la que soy capaz. O al menos lo intenté. Pero cuando un rato más tarde recibí la notificación de Facebook que decía “G. te ha etiquetado en su foto de muro” me enojé. Una cosa es que vos lo publiques y otra es que me lo pongas de prepo en MI muro. NONONONO. Yo voy a decidir cuando lo publico y como. Le dije un par de cositas a G. y me desetiqueté.

Qué fácil era la vida Antes de Facebook.

9 de julio de 2011

Ciento doce.


Fines de Mayo de 2011.

Esa noche me costó dormir. No podía dejar de pensar en el estudio que teníamos que hacer y en todas las cosas que podían salir mal. ¿Y si había algún problema? ¿Y si algo no salía perfecto? ¿Me iba a animar a hacerme una punción? El solo pensar en la aguja gigante pinchandome la panza me mataba del susto. Y además no me dejaba demasiado tranquila pensar que esa agujota atravesara mi útero y pasara por… Ay, ay ay… mejor ni pensar. ¿Y si daba mal? ¿Iba a tener el coraje de…? ¡Que difícil decisión!

Bueno, pero ¡ya basta de pensar! ¿Porqué algo tendría que salir mal? ¡Si hasta ahora estaba todo perfecto! No tuve ni una pérdida, ni siquiera una manchita rosada, nada… Nada más allá de las náuseas, las malditas náuseas a las que ya empezaba a acostumbrarme. Y cada vez eran menos seguido, al principio todos los días, después de un tiempo ya aparecían menos. Pero seguían ahí. Había leído que se pasaban después de los tres meses. Y ya faltaba tan poquito… Por suerte todavía no había vomitado ni una vez. Varias veces había estado cerca, muy cerca. Pero me acostaba, comía algo salado y respiraba bien hondo un rato… y se me pasaba. Lo peor de todo era que en los últimos días me había empezado a volver esa contractura del cuello… esa que me acompaña desde que tengo memoria. –Tenés las cervicales rectificadas- me había dicho alguna vez algún Traumatólogo como toda respuesta. Y estaba acostumbrada a una linda tortícolis una o dos veces por año, que solo se iba tras varios días de calor, Ibuprofeno o Diclofenac. En los últimos años había descubierto la droga perfecta: Diclofenac+Pridinol*. Una antiinflamatorio combinado con un miorrelajante que hacía que todo doliera mucho menos. O al menos que el dolor me chupara un huevo. Pero ¡Ay! Ahora no podía tomar nada eso. ¡Nada! Solo Paracetamol. Maldito Paracetamol. Menos efectivo que un caramelo de menta en ayunas… A G. ya lo estaba volviendo loco de tanto pedirle masajes, y en esos días las cosas empezaron a empeorar. El cuello estaba cada vez más duro y ya no podía ni mirar para la derecha. Menos que menos acercar la oreja al hombro… Todo era dolor, dolor y dolor.

-¿Te transmito Johrei?

Me preguntó G.

-Pero… ¿Eso no me va a hacer vomitar?

Le pregunté desconfiada.

-No…

-¿Estás seguro?

-Si, dale, vení…

Dijo, mientras me sacaba el camisón y ponía su mano sobre mi espalda. Concentradísimo. Yo me quedé quietita como siempre que lo hace. Al principio no le creía mucho, pero después de un tiempo empecé a ver que si funcionaba… y el año pasado me había curado una sinusitis sin tomar antibióticos, así que ahora cuando me lo ofrece, lo dejo hacer. No es que tuviera mucha otra opción igualmente. En este caso la medicina occidental no tenía nada para darme. Me relajé…

Al día siguiente me levante y podía mover el cuello. Todavía dolía pero ya no era insoportable. Me levanté para hacer el desayuno y mientras estaba en la cocina preparando el café mi estómago empezó a revelarse contra mí. Parecía que quería salirse de su lugar. Fui corriendo a la cama y me acosté como siempre. Respiré hondo una vez, dos veces…

… y a la tercera tuve que salir corriendo al baño y abrazarme al inodoro.

Había perdido el invicto.

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*No es mi intención hacer apología de la droga, solo relatar mi experiencia ;)

7 de julio de 2011

Ciento once.

 19 de Mayo de 2011.

-Este Obstetra cada vez me convence menos. Está bueno que no sea un hinchapelotas, pero de ahí a que ni se acuerde quién soy?

Le dije a G. mientras salíamos del consultorio.

-Si, es medio colgado… pero por otro lado se lo ve muy seguro de lo que hace…

-Si… tendría que empezar a buscar algún otro, para después decidir con quién me quedo… Además ¿qué es eso de ir a darme la vacuna a un hospital público? Eso no me gusta… No tengo nada contra los hospitales, de hecho trabajo en dos… pero me parece que esas dosis están para la gente que no tiene recursos. Si yo pago una prepaga ¡Que me la pague la prepaga!

-Estoy de acuerdo, vos datela donde quieras…

-Si, de última la que decide soy yo, no él…

G. se fue a trabajar, yo me fui a la oficina de la prepaga para autorizar la orden del estudio e iniciar los trámites para anotarme en el “Plan Materno-infantil”. Una vez que terminé todo eso me fui a dar la vacuna a un vacunatorio muy conocido que justo quedaba a unas cuadras de ahí. Ya dije mil veces cuánto odio que me pinchen, pero en esto no había mucha opción, había que darse la maldita vacuna. Por suerte me atendieron rápido y por estar embarazada la vacuna es gratuita así que no tuve que pagar nada. Pocos minutos más tarde me llamó una chica de guardapolvo y me hicieron entrar a un cubículo. Mientras sacaba la vacuna de una heladerita y armaba la jeringa (y yo miraba para otro lado, no soporto ni mirar las agujas) me decía:

-Se te puede inflamar un poco el brazo, pero vos tratá de no tocarte ni masajearte la zona. Como mucho aplicate frío. ¿En que brazo te la doy?

-Si es así mejor en el izquierdo…

-En los próximos dos o tres días podés llegar a levantar algo de fiebre o sentirte un poco mal. Si es así tomate un antiinflamatorio común…

-Como estoy embarazada no puedo tomar nada… así que espero que no, sino me la tengo que bancar…

-Ok. Vos seguí las indicaciones que te dio el obstetra.

Dijo, mientras me aplicaba la vacuna, por suerte con muy buena mano. Casi no la sentí.

Un rato más tarde llegué a casa y me armé de paciencia. Empecé a llamar a todos lados para ver donde me podía hacer el maldito estudio. La chica de la prepaga me había dado una listita con los nombre y teléfonos de los laboratorios que supuestamente lo habían, pero en la mayoría solo hacía una parte del estudio. O el análisis de sangre, o la ecografía. Y yo no tenía ganas de ir a dos lugares distintos para hacer un estudio. Hasta que encontré uno donde hacían el estudio completo. No era el que me había recomendado el obstetra, pero tenían turno para una fecha en que no me resultaba imposible. Y no había mucho tiempo. Así que finalmente saqué el turno. Para dentro de diez días.

-Tenés que venir con 4 hs. De ayuno y tomar medio litro de agua, media hora antes.

-¿Tenés idea si la ecografía se puede grabar? –le pregunté.

-A ver… dejame que te averiguo… -dijo y me dejó en espera un rato –Sí, se puede, pero acordate de avisar en recepción cuando vengas ese día.

-¿Y tiene costo?

-No, es gratuito.

Ya tenía el turno para el estudio. Ahora había que esperar…

2 de julio de 2011

Ciento diez.


19 de Mayo de 2011.

Al fin llegó el día de la segunda visita al Obstetra. Agarramos la ecografía, pasamos de camino a buscar los resultados del análisis de sangre y enfilamos para el consultorio. Llegamos un rato antes para ver si lográbamos zafar un poco de tanta espera. En la visita anterior habíamos prestado atención y llegamos a la conclusión de que el Dr. atendía por orden de llegada. Pero no nos sirvió de mucho: cuando llegamos había por lo menos otras tres o cuatro parejas esperando.

-Tenemos como para una hora, armate de paciencia.

Le dije a G. mientras sacaba un libro de la cartera e intentaba leer. Pero no hubo caso. Con la ansiedad que tenía encima no había manera de concentrarse. Me puse a ojear revistas de embarazadas y de maternidad para ver si decían algo interesante… pero era más de lo mismo. Esperamos, esperamos y esperamos hasta que nos llegó el turno. Pasamos al consultorio, saludamos al Dr. y nos sentamos.

-Es la primera vez que te veo, ¿No?

Preguntó el Dr. G. y yo nos miramos…

-No... vine hace como un mes… acá le traigo los resultados del análisis de sangre y la ecografía…

-Ah… a ver –dijo buscando la ficha.-Ah, si, acá te tengo. Ya debés estar de 11 semanas ¿No?

-Supongo.

-Veamos –dijo mientras ojeaba los estudios. –Sos A +. Acá parece estar todo bien…

-¿Los anticuerpos dieron bien?

-Si, todo bien. ¿A ver la eco? Mmmm… si, está todo bien. Vamos a revisarte.

Dijo y me acompañó hasta el cuartito de atrás. Lo primero fue la maldita balanza. Cada vez le tengo más miedito, con lo que estoy comiendo…

-A ver… casi 61 kg…

-Bueno, subí solo un kilo, pensé que iba a ser peor…

Me tomó la presión, me tocó la panza y mientras hacía todo eso aproveché para preguntarle

-Le hago una pregunta Dr. ¿Hay algún riesgo si mis gatos me caminan por arriba de la panza?

-No creo, ¿cuánto pesan los gatos?

-No más de cuatro kilos, supongo.

-No, no pasa nada. Está todo bien por acá.

Dijo, y volvimos al escritorio.

-¿Escuchaste? –le dije bajito a G.

-Bueno, ahora te vas a tener que dar la vacuna de la gripe. Yo prefiero que te la des en un hospital público, me deja más tranquilo, es más seguro que la medicación es buena.

-Bueno…

Le dije, pero tenía mis dudas. ¿Para qué en un hospital público si yo tengo prepaga? ¿Esas dosis no deberían ser para quienes no la pueden pagar? Pero no iba a discutir con el médico. De última la que decide soy yo.

-Tenemos que hacer los trámites para pasarte al Plan Materno Infantil que te cubre todo. Yo te hago este certificado…

-Quería consultarle sobre la Translucencia Nucal… Leí que se hace en este momento…

-Si, si la querés hacer te hago la orden. Igual es importante que sepas que ese estudio es solo para ver probabilidades, no te da un diagnóstico… Es para decidir si vas a querer o no hacerte una punción… Aunque por tu edad… Tenes 32, ¿No?

-Si…

-Vas a tener 33 cuando nazca… esa es la edad que se toma. Tenés un probabilidad de alrededor de 1 en 800 de tener algún defecto genético. ¿Alguno de los dos tiene antecedentes en la familia?

-No…

-Bueno, este estudio va a decir si tu probabilidad está en la media para tu edad, más alta o más baja. Si lo quieren hacer, te hago la orden. Se tiene que hacer entre la semana 13 y la 15 así que pedí turno lo antes posible…