Noviembre 2010
No tenía ni la menor idea de dónde comprar la Maca, pero se me ocurrió empezar por las dietéticas de mi barrio. Después de preguntar en un par, que no tenían o se les había acabado llegué a la de la china que está a la vuelta de casa.
-Disculpe, ¿Tiene Maca?
-Shhi, tengo ésste –dice mientras me muestra un paquetito- shale veintinueve peso los shien gramos.
-Ok, lo llevo. Y ¿Cómo se toma?
-Una cucharadita en un vasho de agua.
-Ok, gracias! –digo mientras le pago y me voy.
Parecía fácil. Una cucharadita en un vaso de agua, ¿Qué complicación podía haber?
Al día siguiente en el desayuno, preparo como todos los días la bandeja con las dos tazas de café negro, las galletitas, el queso y agrego el paquetito de Maca más un vaso de agua. Me hago la valiente y empiezo yo primera. Abro el paquetito, saco una cucharada y la meto en un vaso con poca agua –así lo puedo tragar más rápido-. Revuelvo… y veo que el líquido se transformó en una especie de barro espeso, amarillento. No puede ser tan feo, digo, y cometo el error de olerlo antes. Puaj, PUAJJJ!!!
-¡Qué olor asqueroso tiene esto!
Es un olor indescriptible, no sabría explicarlo. Pero es un asco. Bueno –pienso- no me voy a achicar ahora… Me tapo la nariz, agarro el vaso y me lo mando de una, ante la mirada atónita de G. ¡¡¡Puaj, PUAJJJ, PUAJJJJJJJJ!!!! ¡Qué asco, por favor!!! Agarro la botella y me mando media botella de agua de un trago, para bajarlo.
-¡Qué asco!! Qué feo es!
-Y vos también… ¿A quién se le ocurre mandarselo así con agua? ¡Eso es un asco!
-¿Y vos como lo pensás tomar?
-Así…
Dice, mientras se unta una galletita con queso cremoso y le espolvorea el maloliente polvito amarillo encima. ¡Y se la come!
-No está tan mal…
Dice, mientras traga y tose, pero su cara da a pensar otra cosa. Se baja la otra media botella de agua de un trago.
-Esto va a estar complicado… -digo- ¿No vendrá en pastillas?