30 de agosto de 2011

Ciento treinta.


22 de Julio de 2011.

Fue un fin de semana largo y aburrido. Nada más embolante que hacer reposo. Lo único que cambiaba un poco mi día era darme una ducha y volver a meterme en la cama, tomar un tecito o una sopita. Pobre G. estaba de enfermero. No paraba de cuidarme.

En algún momento de ese fin de semana empecé a sentir algo raro… que no tenía nada que ver con la gripe. Era una sensación rara en la parte baja de la panza. Como una burbujita que se movía de un lado al otro. Primero pensé que eran gases… pero no.

No lo podía creer. Se estaba moviendo. Lo llamé a G.

-Vení… Poné la mano acá.

Le dije, y esperamos un rato. Hasta que volvió a moverse.

-¿Sentiste eso?

-¿No fuiste vos?

Preguntó mientras me miraba, emocionado.

-No, me parece que se está moviendo… ¿Lo sentís?

-Si, no lo puedo creer.

Era algo realmente increíble. Se estaba moviendo. La panza estaba cada vez más grandota y ahora se estaba moviendo. Realmente inexplicable. La sensación era muy extraña, imposible describirla. Era como si alguien me tocara por dentro. Me hacía rosquillitas. A veces suavecito como un mimo, otras veces más fuerte como una patadita. Estaba como embobada. No podía prestar atención a otra cosa.

Al día siguiente me despertaron a las patadas. Parece que el mañosit@ se despertó antes que yo y no paraba de moverse. Todavía me sentía horrible, pero me desperté con una sonrisa de oreja a oreja y me quedé en la cama con las manos en la panza como una tarada.

29 de agosto de 2011

Ciento veintinueve.


21 de Julio de 2011.

Para cuando llegó G. yo era un desastre. Una montaña de papelitos con mocos inundaba la cama y mi mesa de luz, mi nariz estaba colorada como la de un payaso y no paraba de estornudar y toser a cada rato.

-¿Me acompañas a la guardia?

Le dije, como pude. G. me miró y me dijo

-Así no podés ir a ningún lado. Dejame que te hago un tecito y llamo a un médico a domicilio.

-¿Te parece? Pero está acá cerca, nos tomamos un taxi…

-No, mejor quedate en la camita. Ya llamo.

Un par de horas más tarde llegó la Dra. Ya era de noche y yo seguía en la cama y afiebrada. De a ratos me moría de frío, de a ratos me moría de calor.
Me revisó, y confirmó lo obvio.

-Estas engripada.
-¿Se puede tomar algo?

-¿De cuántas semanas estás?

-20.

-Podés tomar Paracetamol. Tomate 2 cada 8 hs. Para que te baje la fiebre. Placas no tenés así que no necesitás antibióticos. Tomá mucho líquido y hacé reposo. Y por las dudas repetimos el análisis de orina para descartar una infección urinaria.

G. bajó a abrirle a la médica, pasó por la farmacia y cuando volvió se puso a hacerme una sopita. Yo no podía ni levantarme de la cama. Cancelé todos mis pacientes del viernes y me dediqué a hacer reposo.

Con lo que me gusta el reposo. Pero la verdad es que no tenía energías para mucho más.

27 de agosto de 2011

Ciento veintiocho.


21 de Julio de 2011.

Para el día siguiente las cosas se pusieron aún más feas. Levantarme a la mañana para ir al hospital me costó el triple que de costumbre (que ya es decir mucho, porque si hay algo que odio es levantarme antes que salga el sol, debería estar prohibido por ley). Me la pasé tosiendo toda la mañana y la garganta y el oído estaban totalmente congestionados. Por suerte era jueves y tenía la tarde libre para quedarme en la camita y tratar de recuperarme, que al día siguiente tenía un largo día de trabajo.

Pero en cuanto llegué a casa me encontré con una hermosa sorpresita. Estaban demoliendo el edificio de la esquina de enfrente, justo del lado para el que daba mi ventana. El ruido era insoportable, y constante. ¿Vieron como cuando están rompiendo el pavimento con esos aparatos enormes? Bueno, ese mismo, hermoso sonido, justo en mi ventana. La puta madre. Hay días que creo que el mundo conspira contra mí.

No podía quedarme en la cama así. Miré por la ventana y había un solcito hermoso. Hacía frío, mucho, pero al menos al sol tenía que estar tolerable.
Hablé con una amiga y arreglamos para encontrarnos a almorzar en un barcito por ahí. Salí bien abrigada y caminé al solcito, despacito, despacito, alejándome del ruido insoportable.

Debería ir a la guardia –pensaba- pero no tenía nada de ganas. Menos que menos de ir sola, con lo mal que me sentía. Mejor espero a que venga G. del trabajo y me acompañe.

Me encontré con mi amiga, que hace rato que no veía y almorzamos, charlamos, nos pusimos al día. Pero cada vez me sentía peor. Tenía frío todo el tiempo, y de golpe calor. ¿Me estaría subiendo la fiebre? Me tomé un Paracetamol (la única droga aprobada por los Obstetras) y seguimos charlando un rato más.

Para cuando llegué a casa me sentía tan mal que el ruido había pasado a ser totalmente secundario. Busqué el termómetro y me metí en la cama.

Puta madre.

Tenía 38ºC.

¿Y ahora?

25 de agosto de 2011

Ciento veintisiete.


19 de Julio de 2011.

Hablé con G. para tratar de decidir que hacíamos con el turno. G. como siempre, intentó tranquilizarme, sin mucho éxito. Estas cosas me enferman, y me enfermaron siempre. Tratamos de decidir entre los dos qué hacer. Por un lado era cierto que no habían recomendado tanto al Dr. M. Por el otro lado también era cierto que había pasado un buen rato de la última ecografía y los dos nos moríamos de la ansiedad. No teníamos ganas de esperar tanto. Decidimos no esperar. Que se mate el Dr. M. Al fin y al cabo yo no lo conozco, y al Dr. que me lo recomienda tampoco le tengo tanta confianza.

Llamé a la Clínica para ver si ellos tenían un turno para la semana siguiente. Al fin y al cabo si lo íbamos a hacer con otro Dr. al menos la Clínica me quedaba mas cerca de casa. Pero ellos no tenían turno para esta semana sino para fines de la otra.

Volví a llamar al consultorio del Dr. M.
En cuanto pude comunicarme, hablé con la secretaria y le pedí que me confirme el turno con la otra Dra., para el próximo miércoles. Problema resuelto (al menos por ahora).

Un rato más tarde salí a tomarme el tren para ir a trabajar. Fue una jornada larga, y cuando volvía a casa empecé a sentirme un poco incómoda. Me picaba un poco la garganta y sentía un oído medio tapado. Debe ser el cansancio. Pensé. Y me fui a dormir.

Pero al día siguiente me desperté bien tempranito, para ir al hospital y las cosas no mejoraban. Me dolía todo el cuerpo, el oído seguía cada vez más tapado y empezó la tos. Tos y más tos.

Puta madre. Me estoy engripando.

Y encima seguro que no puedo tomar nada.

23 de agosto de 2011

Ciento veintiséis.


 19 de Julio de 2011.

Apenas salimos pedimos un nuevo turno para el Ecocardiograma, ahí mismo, en la Clínica. Era mucho más cómodo poder hacer todo en el mismo lugar, y aunque estábamos un poco preocupados por los resultados y queríamos hacerlo ya, sonaba mucho más lógico hacerlo en la semana 24, si es que el corazón se veía mejor. Pedimos un nuevo turno con la Dra. K. para ese mismo día y nos fuimos.

-La verdad es que me deja mucho más tranquila. No sé si será mejor médica que el Dr. S., pero al menos me siento más cómoda y más contenida. ¿Vos que opinás?

Le pregunté a G. No era una decisión para tomar arbitrariamente.

-Lo importante es que te sientas cómoda vos…

-Pero ésto tenemos que decidirlo los dos.

-Si, pero a mi me parecen bien los dos. Y a ésta Dra. te la recomendaron… debe ser buena. Por mí es igual, decidí vos.

-Ok. Por ahora voy a mantener el turno con los dos. Hasta que me decida.

G. se fue a trabajar, yo pasé por casa. Tenía un ratito antes de empezar el día de trabajo. Llamé a la otra Cardióloga para cancelar el turno que teníamos para ese mismo jueves. Unos minutos más tarde suena el teléfono. Atiendo.

-¿Hola?

-Hola, ¿Hablo con M.?

-Si, ella habla.

-Te llamamos del consultorio del Dr. M. Vos tenías turno la semana que viene para un Scan Fetal…

¿Cómo “tenías”? ¡Tengo un turno! Lo saqué hace casi un mes, porque el obstetra me dijo que el Scan Fetal lo tenía que hacer con éste Dr., porque era Obstetra, y no era lo mismo, y blablabla… Este llamado empezaba a olerme mal.

-Ahá…

-El Dr. se va de viaje, jusssto ésa semana… Le estamos cambiando los turnos, te puedo dar un turno para 10 días después o para esa misma semana con la Dra. que dejó para lo reemplace…

-¿Me estás hablando en serio? ¡Si yo saqué el turno hace rato porque el Dr. me dijo que tenía que ser con él, que es Obstetra! Y no tengo ganas de esperar 10 días más… Decime, ésta Dra. que dejó para que lo reemplace ¿También es Obstetra?

-Y… no se…

-Ah… bueno. No se. Entonces dejamelo pensar y te vuelvo a llamar.

Dije, y corté. Me hincha la paciencia. Me rompe soberanamente las pelotas que en cuanto encuentro un puto horario en el que G. y yo podemos ir sin dejar de trabajar demasiado, me lo cancelen. ¿Puede ser que todos los médicos sean iguales? ¿O serán solo los Obstetras?

Estos tipos deben creer que todas las minas embarazadas vivimos en casa tejiendo mañanitas y rascándonos la c*%c#@ todo el día.



Me parece que el embarazo me tiene un poco irritable.

18 de agosto de 2011

Ciento veinticinco.

19 de Julio de 2011.

Nos levantamos tempranito, buscamos todos los estudios y nos fuimos para Clínica T., donde atiende la Dra. K. Nos anunciamos con la secretaria y nos sentamos a esperar.

Cinco minutos más tarde sale la Dra. K. de su consultorio y me saluda en el pasillo.

-¡Hola M.! ¿Cómo estás tanto tiempo? En un ratito ya los atiendo.

Yo no podía creer que todavía se acordara de mi cara. Debía hacer por lo menos 3 años que no la veía.

Esperamos un ratito más y nos llamó. Increíble. Ya estábamos acostumbrados a esperar a Dr. S. casi una hora. Entramos y nos sentamos. Me pidió algunos datos que anotó en su fichita. Nos preguntó acerca del embarazo y nuestros antecedentes y hasta tuvo el detalle de preguntarle el nombre a G. Le mostré los estudios que habíamos hecho hasta ese momento, los miró y comentó que le parecía que estaba todo bien.

-Sacate las botas que te peso.

Dijo, y temblé. Últimamente a nada le tengo más miedito que a la balanza. De dieta ni hablar, no hice dieta antes, no la voy a hacer ahora. Y la verdad es que tengo hambre a cada rato… Por suerte cuando me siento a comer no como tanta cantidad como antes, se ve que el mañosit@ me apreta el estómago y tengo menos lugar…

-Mmmm… a ver?… Pesas 63.900 ¿Cuánto pesabas en la primer consulta?

-Y, pesaba casi 60, 59.900 creo…

-Ok, subiste 4 kilos en 4 meses. No está mal…

Respiré. Por ahora zafamos. Ya veremos el mes próximo. Me tomó la presión, me midió la panza, escuchamos los latidos del bebé una vez más, y volvimos a sentarnos frente al escritorio.

-Por ahora todo parece estar bien. ¿Tienen alguna pregunta?

Preguntas tenía millones. Pero por dónde empezar. Le señalé el estudio

-¿Ésto que aparece en la translucencia es normal? Acá donde dice: “Foco ecogénico cardíaco”

-A ver… mirá, por lo general no pasa nada, pero igual estaría bueno hacer un ecocardiograma…

-Si, eso nos dijo el Dr. S. Ya tengo turno con la Dra. D. dentro de 15 días.

-Pero… en 15 días vas a estar en la semana 20 y la verdad es que el corazón se ve mucho mejor en la semana 24. Acá hay una cardióloga muy buena, te convendría cambiar el turno…

Preguntamos un par de cosas más. Entre ellas le conté del análisis de orina y de los dolores que venía teniendo, sumado a las constantes ganas de hacer pis.

-Que hagas pis más seguido es normal. Pensá que el bebé te presiona un poco la vejiga, si los estudios dieron bien nos quedamos tranquilos.

-Ok, y respecto al dolor… ¿Cómo saber hasta dónde es normal y cuándo tengo que preocuparme?

-Vos fijate, si te duele mucho te tomás un Sertal, o una Buscapina. Si te sigue doliendo mucho vas a la guardia. Yo igual te voy a anotar mi celular, por cualquier cosa. Si hay algo que no pueda esperar a la próxima visita, me llamás. ¿Estás tomando alguna vitamina?

-No, nada…

-Bueno, te voy a recetar un complejo vitamínico para el embarazo.

-Por lo general las vitaminas me caen medio mal… Me dan náuseas.

-Vos probá, si las podés tomar, mejor. Sino vemos. Te agrego una crema en la receta. ¿Te estás poniendo cremas?

-Si, en la panza.

-Bueno, ponete, tenemos que cuidar esa piel que se va a estirar mucho. ¿Ya tienen la orden para el Scan Fetal y el Ecocardiograma, no?

-Si.

-Bueno, yo los veo en 4 semanas. Guardate los estudios en una carpeta así no se te pierden y vayan anotando en un cuadernito todas las preguntas que les surjan así las vemos la próxima.

Nos saludamos y nos fuimos. Y al salir respiré aliviada.

Muy aliviada.



16 de agosto de 2011

Ciento veinticuatro.


14 de Julio de 2011.

Ese mismo día, pasé por la farmacia a buscar la crema, compré un frasquito para análisis de orina y me fui a casa. Tenía que retener tres horas, y había ido antes de salir para el consultorio del médico, así que tenía que aguantar al menos una hora y un poquito más. Pero me estaba meando. Me meaba a cada ratito. Intenté distraerme. Prendí la compu, leí mails, boludeé en Facebook, lei blogs. Pero el tiempo parecía de chicle, no pasaba más. Y encima justo estaba en casa la chica que me ayuda con la limpieza que no paraba de hablarme de todas esas cosas que yo intentaba no pensar. ¡No me hables de ir al baño cuando me estoy aguantando! Finalmente pasó la hora y me fui al baño con el frasquito y feliz. Hice todo lo que me dijo el médico. Abrí el frasquito sin tocar la parte de arriba, me puse un tampón (¡Ouch! Qué feo es ponerse un tampón cuando está todo sequito! Es como limpiarse por dentro con papel de lija!!) me lavé y al fin… hice pis. Ahhhh… qué alivioooooooo.

Salí con el frasquito y lo llevé al laboratorio que por suerte está a una cuadra de casa. Me dijeron que llamara esa misma tarde para ver si ya estaba el primer resultado, que el segundo iba a estar en una semana.

Unas horas más tarde, llamé. Dio negativo –me adelantaron por teléfono- El cultivo también parece negativo así que no hace falta esperar una semana. Podés venir a buscarlo en un rato.

Le mandé un mail al Dr. S. como habíamos acordado para comentarle los resultados. Que dio negativo. Un ratito más tarde me responde, que entonces no había nada más por lo que preocuparse.

¿Pero entonces porqué me duele? ¿Y porqué me hago pis a cada ratito? Debe ser algo normal… habrá que acostumbrarse.

Por suerte tenía turno para la semana siguiente con la Dra. K. y le iba a poder preguntar más tranquila.

11 de agosto de 2011

Ciento veintitres.

Primeras semanas de Julio de 2011.

La verdad es que no tenía nada de ganas de ir a la guardia. Andaba con mucho trabajo y poco tiempo libre, y cada vez que tenía un ratito libre se me ocurría algo mucho más interesante que ir a sentarme un par de horas a calentar la silla en la sala de espera de una guardia esperando que me atendieran para contestarme lo obvio:

-No tenés nada, estás embarazada.

Además empecé a recordar que algunos años atrás había tenido un par de infecciones urinarias con síntomas parecidos, pero en esos casos me daban antibióticos y analgésicos y ahora no creía que pudiera tomar nada de eso. Y si era una infección urinaria se iba a poner más feo en los próximos días, ya me iba a enterar. De todos modos tenía turno con el Obstetra (el Dr. S.) en pocos días, así que mejor esperar. G. no estaba muy de acuerdo e insistía con que había que ir a la guardia igual, pero yo no tenía ganas. Y no fui nada.

Pasaron unos días y corrimos ansiosos al encuentro del simpático Dr. S. Por suerte a la semana siguiente ya teníamos turno con la otra Obstetra, la Dra. K. para poder escuchar una segunda opinión y decidir con cuál de los dos nos quedábamos. Pero había que ir por las dudas. Llegamos al consultorio y en el ascensor nomás nos atajó la secretaria con un hermoso comentario

-Miren que el Dr. está demorado porque viene de un parto…

Así que nos armamos de paciencia y nos sentamos en la sala de espera. Por suerte no fue para tanto. No más que lo de costumbre, por lo menos. Un poco menos de una hora de tedio y entramos al consultorio. El Dr. nos saludó y preguntó como estábamos. Le conté de mis dolores y mis sospechas por mis antecedentes de Infecciones Urinarias.

-Ah! Pero no me dijiste que habías tenido infecciones urinarias, tendrías que haber ido a la guardia igual… si es una infección puede generar contracciones…

La puta que te parió –logre reprimir apenas- sos vos el que me tiene que preguntar mis antecedentes, ¿yo cómo mierda sé cuáles son relevantes? No te voy a contar de cada vez que fui a un médico (ni aunque las recordara) porque estaríamos hasta el año próximo! Pero sonreí y solo atiné a contestar

-Me pareció que en la guardia me iban a tratar de tonta y me iban a decir que era algo normal del embarazo…

-Tonta no te van a decir…

-No, pero lo van a pensar…

Se sonrió.

-Igual cuando es así mejor andá por las dudas. Ahora te vamos a mandar a hacer un análisis de orina y un cultivo así nos quedamos tranquilos y vemos de qué se trata.

Dijo, mientras me invitaba a pasar al cuartito, me pesaba, me tocaba la panza y escuchaba los latidos del bebé. ¡Qué loco es eso! Sigo sin poder terminar de entender que es una personita dentro mío…

-Bueno, parece estar todo bien… Para la próxima les voy a pedir un Scan Fetal, es una ecografía pero más detallada. Yo prefiero que lo hagan con el Dr. M. que es Obstetra, en general en los otros lugares es un especialista en imagenes el que las hace y no presta tanta atención a algunos detalles. Estamos en la semana 19 ¿Ya lo sentiste moverse?

Dijo mientras me daba la orden.

-No, todavía no sentí nada.

Le contesté preocupada. Tal vez ya lo tendría que haber sentido. En todos lados decía que se empezaba a sentir entre la semana 16 y la 20.

-Ya lo vas a sentir… ¿Me quieren preguntar algo más?

-Si, le tengo que pedir una receta para una crema, que la que estoy usando se me está por terminar…

-¡Ah! ¡Qué imporrrtante…!

Dijo, con tonito irónico mientras garabateaba la receta. Este tipo me está tratando de pelotuda, lareputísimamadrequeloparió… pensé, mientras hacía un esfuerzo por no mandarlo a la mismísima concha de su madre. Hice unos segundos de silencio, tomé aire y seguí

-Y además necesitamos la orden para el estudio que tenemos que hacer con la cardióloga. Yo ya pedí el turno pero todavía no sé cómo se llama el estudio…

-Ah, si, si… -dijo mirando su fichita -el Ecocardiograma…

-Y para el análisis de orina también, no?

Pero la puta madre, te tengo que recordar todo yo? No, definitivamente no. Este médico no me convence nada de nada.

9 de agosto de 2011

Ciento veintidós.

Fines de Junio de 2011.

Finalmente me decidí y me fui a la oficina de mi prepaga a hacer el dichoso cambio de plan. Era un poco más caro y me daba bastante bronca tener que hacerlo, pero era importante. Una vez hecho llamé y pedí un turno con la Dra. K. La verdad es que me generaba mucho más confianza que el Dr. S., sobretodo después de que me la habían recomendado tanto. Y además atenderme en un lugar que conozco me daba cierta tranquilidad. ¡Las boludeces con las que nos conformamos algunos idiotas! Pero es así. En este caso me parecía importante estar tranquila y confiar. Llamé para pedir un turno y me lo dieron para mediados de Julio. Había que esperar, no quedaba otra. Y ese mes no teníamos que hacer muchos estudios, así que esperamos.

Los días pasaban y la panza seguía creciendo. Cada vez me entraba menos la ropa y hubo que empezar a usar ropa de “embarazada”. Sobre todo los pantalones. Pero ¡qué fea es la ropa de embarazadas! La primera vez que entré a un negocio de esos casi me muero. Una prenda más fea que la otra. ¡Y los precios! Están todos locos. Esos pantalones enormes, bolsudos, con cintas y botones por todos lados. Un horror. ¿Vendrán con antidepresivos? Me preguntaba antes de entrar a probármelos. Pero no quedaba otra. Ya nada de lo que tenía en mi placard me entraba y las cosas no iban a mejorar. Así que me probé, me probé y me probé. Y caminé. Hasta que conseguí un par de prendas que más o menos zafaban. Pantalones me compré uno solito. Los demás eran un asco o demasiado caros, y ¡eran para usar solo unos meses! Aproveché la moda y me compré montones de calzas, remeras largas y vestidos. Menos mal que se usan las calzas, no hay nada más cómodo. Pero había que buscar de ésas que no tienen elástico, las otras te matan.

Por esos días empecé a sentir algunos dolorcitos por ahí abajo. Como en la zona de los ovarios pero más al medio. Eran de a ratos. Yo suponía que era algo normal, pero no podía evitar preocuparme un poco. La verdad es que todo  ésto era nuevo y uno no sabe mucho qué esperar. Lamentablemente no tenía el teléfono del Obstetra, y no tenía nada de ganas de ir a una guardia a que me digan que soy una tarada, que estoy embarazada y eso normal. Pero G. se preocupaba cada vez más. Cada vez que me veía poner una cara saltaba de la cama.

-¿Cómo estas? ¿Qué te duele? ¿Vamos a la guardia?

-No, estoy bien… me duele un poquito acá… pero ya se pasa…

Todo ahí abajo se ponía duro por unos segundos y después se pasaba. Y además me había pis a cada rato. ¡Cada media hora! Me levantaba dos o tres veces por noche...

4 de agosto de 2011

Ciento veintiuno.


Soy una boluda, pero una boluda importante: lo reconozco. Casi 4 meses de embarazo, una pancita que ya se está empezando a notar, y sigo viajando parada. En el colectivo, en el tren y en el subte. No hay caso.



Me paro enfrente del asiento que tiene el cartelito de “Reservado para Embarazadas y Discapacitados” y nada... Ni te miran. Siempre van durmiendo o haciendo que duermen, o leyendo un libro concentradísimos. Ni te registran. Y en realidad yo sé que es culpa mía por no pedir el asiento, pero la verdad no me sale. Ya se me pasaron las náuseas y no me siento mal. Me da no se qué pedir el asiento. Y para peor como hace cada vez más frío y uno se sube con pilas de abrigos, sweater, bufanda, sobretodo, la verdad es que la panza casi no se ve.  Se que tendría que abrir la boca, hablar, pedir. Decir –Estoy embarazada ¿Me dejás el asiento? Pero no lo hago. No se porqué. Me da cosa decirle a alguien que se levante solo porque yo me quiero sentar. Cada tanto tengo suerte y alguien levanta la mirada, me registra y me dice:

-¿Estás embarazada? Sentate, disculpá, no te vi.

en la mitad del viaje. Yo agradezco y me siento. Pero ya no me sorprendo de que sean siempre mujeres. Ellos ni te registran. No te miran. O no se hacen cargo. O se hacen los pelotudos. Y me da tanto odio que creo que es por eso que no digo nada. Que me la banco y me callo la boca. Porque si empiezo a hablar debería mandarlos a todos a la mismísima concha de la madre que los parió. No puede ser querido / querida que te sientes en el asiento que dice “Reservado para Embarazadas y Discapacitados” y vayas en babia, durmiendo o haciéndote el pelotudo olímpicamente. Mirá a tu alrededor, prestá atención. Sé un poco amable. Hay gente que no registra más que su puto ombligo y las pelusitas que le salieron esa mañana. Me enoja, me enferma, me amarga el día. Creo que prefiero viajar parada que discutir.

Uno de estos días iba en subte con G. El subte iba llenísimo y yo parada. Y él dale que dale con

–Pedí el asiento.

-No, dejá… me da vergüenza. Y además está re lleno, ya nos bajamos.

Decía yo con todas las excusas del mundo, para no tener que pasar el suplicio de pedir. Odio pedir. Pero en eso alguien se levanta y queda un asiento vacío. Me siento. Una parada más tarde se sube una mamá con una criaturita de unos diez añitos, con un horroso globo enorme de esos alargados de publicidad. La madre se sienta al lado mío, la criaturita se me para enfrente, casi encima mío y me estampa el globo de mierda en la cara. Me contengo de no darle una cachetada o putear a la madre por no educar a su retoñito del demonio y le digo a la criaturita:

-¿Te querés sentar?

-Si.

Me contesta sin decir ni gracias y mientras me paro, se sienta. G. me mira con odio.

-Estás embarazada ¿Porqué le das el asiento?

-Porque si no me sacaba ese globo del orto de la cara la iba a tener que cagar a trompadas a ella y a la madre… así que prefiero pararme y en paz. Que se metan el asiento bien en el culo…