8 de noviembre de 2011

Ciento cuarenta y tres.


Principios de Septiembre de 2011.
Y mientras tanto en cada ratito libre que tenía seguía recorriendo inmobiliarias, llamando por teléfono, buscando por internet. Pero estaba difícil. Había muy poco publicado, la mayoría no eran Apto Profesional ¿Y si no podía trabajar cómo iba a pagar un alquiler? Y encima yo tenía cada vez más pacientes, lo cuál estaba buenísimo por un lado, pero por el otro me dejaba cada vez menos tiempo para ocuparme de la búsqueda. G. prometía ayudarme, pero ni noticias. Y cada vez que salía el tema terminábamos discutiendo, así que a veces prefería hacerme la tonta y dejarlo pasar.
Y un día encontré el departamento perfecto. Era un primer piso por escalera, sin expensas, con un alquiler accesible y bien ubicado. Dos habitaciones, un living grande, cocina con comedor y una terraza de 8 x 8. Perfecto. O más bien casi perfecto, porque no era apto profesional. Pero es un primer piso por escalera ¿Qué diferencia podía hacer? Capaz que hasta tiene entrada independiente –pensé. Arreglé una cita con el de la inmobiliaria, que milagrosamente accedió a dejarme verlo al mediodía, cuando la mayoría de las inmobiliarias de la zona cierran. (qué costumbre de mierda, cerrar al mediodía!)
Fui en el horario acordado y me encontré con “Facundo” en la puerta. Subimos al primer piso y pasamos al departamento. Era más lindo de lo que me imaginaba. Con las paredes recién pintadas de un blanco impecable, los pisos de madera recién plastificados y un sol desbordante en las ventanas que daban a un pequeño balconcito a la calle. Tenía un living grande separado en dos partes que se podía dividir fácilmente para hacer el consultorio, dos habitaciones, una cocina prolija y una escalerita que daba a la gloria. Una terraza enorme con una parte techada y el resto al aire libre, preciosa. Ya me podía imaginar, las mesas acá, las plantas allá, una parrillita de ese lado. Era perfecto. Casi perfecto. Terminamos de verlo y volví a salir con Facundo a la vereda. Le pregunté cuáles eran las condiciones.
-Un mes adelantado, un mes de depósito, dos de comisión, garantía… y eso sí, no es Apto profesional ni se aceptan mascotas en el edificio…
-¿Y son muy estrictos con eso? -pregunté mientras pensaba en mis pacientes y mis dos gatos.
-Si, éste es un consorcio muy particular. No quieren saber nada, ni de mascotas ni de profesionales…
-Ahhh... Ok, gracias. Lo pienso y te llamo.
Dije mientras me iba rumbo al consultorio con un nudo en la garganta.
Quería llorar.
Era perfecto. Casi perfecto.

3 comentarios:

  1. Lástima :( no queda otra que seguir buscando...Suerte!!

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  2. ufa! que mala suerte!
    pero no dejes de buscar,quien busca encuentra.
    veo que ya no te falta nada!!! mucha suerte mañosa!

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  3. Kyara: Seguiremos buscando!!

    Kusy: y, si... seguimos buscando.

    Besos a las dos!!

    M

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Sacate las ganas y decilo...