15 de noviembre de 2011

Ciento cuarenta y cinco.


Mediados de Septiembre de 2011.
Llamé a la otra partera que me comentó que daba el curso los Viernes a las 18.30. También era un día complicado, pero los viernes tenía menos pacientes (y no había muchas otras posibilidades). Le dije que iba a ver si podía cambiar mis pacientes de los viernes para otro día y la volvía a llamar para confirmarle. Igual todavía tenía dos o tres semanas antes de empezar con el curso.
Mientras tanto, seguía la búsqueda de vivienda. Vimos un par de casas más y algún departamento, pero la verdad no eran la gran cosa. El departamento estaba bien ubicado, pero era mínimo y bastante feo. La casa no estaba mal, pero la ubicación no era la que yo prefería. Era un poco difícil llegar, y no parecía una zona muy segura para estar sola todo el día. La panza seguía creciendo y yo empezaba a preocuparme. ¿Y si no consigo nada? ¿Cómo hago con los pacientes, dónde meto un bebé en éste departamento en el que ya casi no entramos nosotros? ¿Cómo voy a hacer para mudarme cuándo ya tenga una panzota enorme?
Seguí buscando y buscando, ya casi sin esperanzas. Un día de esos encontré un aviso en el que ofrecían un departamento de 3 ambientes Apto Profesional, en una buena zona, con balcón. En realidad lo ideal hubiera sido 4 ambientes, para poder tener además del consultorio una habitación para el bebé, pero la búsqueda se estaba complicando demasiado así que empecé a bajar las expectativas. Además había que poder pagarlo. Llamé y hablé con la gente de la inmobiliaria. Para mi sorpresa, arreglamos una visita para el día siguiente al mediodía. Seguro que era una inmobiliaria de capital, las de la zona casi se me reían en la cara cuando les pedía verlo en ese horario.
-Yo te recomendaría que te vengas con los papeles y la plata para la seña, porque el departamento te va a encantar y no vas a querer pendértelo…
Dijo, el de la Inmobiliaria. ¡Qué pelotudo! –pensaba - ¿Cómo puede estar tan seguro?
Al día siguiente salí para el consultorio una hora antes de lo habitual para ver el departamento. Había arreglado además para ver uno o dos más durante la tarde, por las dudas. Llegué, demasiado temprano como siempre, y aproveché para recorrer la zona. La ubicación estaba buena, bien céntrica como yo buscaba, a tres cuadras de la estación y media de la avenida, a una de la peatonal. Era una calle muy transitada, seguramente bien iluminada de noche y con muchos comercios. Eso tenía sus pro y sus contra, porque mirándolo bien… era un quilombo. Gente que iba y venía, autos, bocinas, colectivos. Era como vivir en el medio del Once… pero al menos no iba a ser complicado llegar. Eso sí, estacionar imposible. Llegué a la puerta del edificio cinco minutos antes y me encontré con un pelado de traje y corbata esperando. Era el de la inmobiliaria.
-¡Llegaste temprano!
Dijo con una sonrisa de oreja a oreja y cara de vendedor.
La entrada del edificio no estaba nada mal. Medio escondida entre los comercios, pero prolija y linda, se notaba que era un edificio bastante nuevo. Entramos. Subimos al tercer piso por el ascensor mientras el vendedor hablaba de las bondades del edificio, del portero eléctrico y hasta de los ascensores. Llegamos al tercer piso y caminamos por un pasillo largo y estrecho hasta el departamento del contrafrente. Menos mal que es contrafrente, porque un departamento al frente sobre ésta calle debe ser insoportablemente ruidoso –pensaba.
Abrió la puerta y entramos.

2 comentarios:

  1. CUENTAME MAS, TE ENCANTO? justo asi paso con mi departamento.

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  2. Hada: en cuanto pueda lo sigo... pero si, me encantó!

    Besos

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Sacate las ganas y decilo...