Mediados de Octubre.
Hace unos días que ando de mal humor. Triste, frustrada. No se si es porque se acerca el Día de la Madre, o peor aún mi cumpleaños número 32 y yo sin novedades, pero últimamente todo me molesta. Mi casa es demasiado chica, mis horarios son una mierda, los pacientes faltan y no avisan. Y encima la plata no sobra. Y quiero vacaciones. Estoy cansada. Pobre G. que me tiene que aguantar. No sé como hace, es un santo.
Me voy a visitar a Mi Amiga y a su beba que está enorme. Ya está cerca de los dos añitos y está cada día más linda. Habla cada vez más, tiene cada vez más dientes y está empezando a garabatear. Le llevo de regalo unos lápices para bebés. Son más gorditos que los lápices comunes y como triangulares, para que los puedan agarrar mejor con sus manitos pequeñas. Le encantan. Se pone a dibujar babaus* de todos los colores. Mientras merendamos, jugamos, nos sacamos fotos, hablo con mi amiga un poco de todo. De la vida, del trabajo, de los tiempos. Hasta que sale el tema y me pregunta
-¿Y? ¿Cómo andas con ese tema?
-Y… que se yo. Ansiosa. Trato de tomarmelo con calma pero no me sale. Encima ahora me entero que soy irregular y no se cómo carajo darme cuenta cuando estoy ovulando. Ni idea. Trato de no darme manija pero no es fácil…
-Pero relajate, me parece que lo estás pensando demasiado… si hace poco…
-Ya van a hacer seis meses…
-Pero vos sabes que puede demorar más y es normal.
-Si… yo sé. ¿Y vos? ¿Cómo fue?
-Yo la verdad es que ni me fijaba cuando estaba ovulando. Dejé de tomar las pastillas e hicimos la vida normal. Que se yo… lo hacíamos un par de veces por semana y a los pocos meses estaba embarazada. Ni lo pensamos.
-Qué suerte. Ojalá pudiera por una vez en mi vida hacer algo sin pensarlo tanto…